domingo, 29 de julio de 2012

Bolt vs Makau

Comparto la nota de Martín Fiz que publicó en su Blog

NO TAN DISTINTOS – Usain Bolt vs Patrick Makau

Publicado el julio 27th, 2012 por martinfiz | Clasificado en: General |
No voy a descubrir nada nuevo si digo que el atletismo es un juego complejo. Y no me refiero a la férrea disciplina que requieren los entrenamientos o a la tensión que acompaña al momento de demostrar la rentabilidad de los mismos, es decir, la hora de ponerse el dorsal y jugarte el pellejo (y el pan tuyo de cada día) en un salto, un lanzamiento, una carrera… No, estoy hablando de las distancias siderales que se establecen entre las distintas pruebas que lo componen, porque, vamos a ver, ¿tienen mucho en común el gigante que tira el martillo más allá de las fronteras de su pueblo y el fibroso felino capaz de volar seis metros (¡un segundo piso!) para flanquear el listón con la gracilidad de un gimnasta? Pues no, si acaso el hecho de que ambos realizan su gesta ante el mismo público, una afición activa a la que, si desea enterarse bien de qué va el cotarro, no le quedan más narices que hincharse a estadios, vídeos y lecturas especializadas que le desvelen los misterios de un deporte que son muchos deportes en uno, una suerte de navaja suiza a que le sacaremos toda su utilidad a base de arrancar hojas de calendario.
Establecida esta primera consideración bien es cierto que si limitamos un poco nuestro radio de acción la coincidencia empezará a comerle terreno a la diferencia. De ahí que hoy visite estas páginas para centrarme en las carreras y, dentro de ellas, las dos que más pasiones desatan, precisamente por su radical puesta en escena; una es el arquetipo de la fugacidad, la otra el paradigma de lo eterno. Los cien metros y el maratón. Una recta contra un abismo. “Joder Fiz, pero siguen pareciéndose lo que un poeta a un banquero”, me diréis algunos no sin razón. Cierto, y no trataré de hacerlas pasar por hermanas gemelas, sólo de no caer en la tentación de considerarlas meras conocidas. Para ello necesitaré la ayuda de los capos respectivos de ambas aventuras.
Un par de tipos cuya fisonomía y estilo podría enemistarles de por vida y, sin embargo, les hace figurar en el Olimpo uno al ladito del otro. El primero -me consta que lo conocen bien- es una torre de 1,93m y 93kg plagada de músculos, uno de esos que provocan severas tortícolis en el género femenino cada vez que les da por quitarse la camisa. Se llama Usain Bolt y desde hace cuatro años domina la velocidad como un adolescente domina el arte de engañar a sus padres. El de mi gremio (si sigue su portentosa progresión le van a acabar conociendo tan bien como al otro) mide 20cm y pesa 33kg menos y, al igual que me sucedía a mí, seguro que su abuela se excede con las lentejas cada vez que se deja caer por su casa, por más que Patrick Makau le repita hasta el hartazgo que son gajes del oficio, que nunca se vio a un imitador solvente de Filípides presumir de barriga. El jamaicano corre 100m en 9.58 segundos, el keniata emplea 2:03:38 en cubrir 42.095m más. Ambos, por aquello de comenzar a establecer paralelismos, lograron sus récords mundiales en Berlín (2009 y 2011 respectivamente). Ni en corto ni en largo, nadie nunca lo hizo más rápido.







Mi actual currelo de plumilla me ha dado la oportunidad de presenciar, en riguroso directo, el total desprecio que ambos muestran hacia el cronómetro. Bolt lo ningunea poniendo al servicio del espectáculo su portentoso ejército de fibras blancas, rápidas, fuertes, ideales para hazañas breves e intensas. Lo aeróbico es una quimera para él, un cuento que algún día escuchó sin poner demasiada atención. Toda la energía necesaria para ocupar las portadas de los periódicos la obtiene por vía anaeróbica (sin oxígeno), sabedor de que la fatiga nunca le perseguirá más allá de los 400m (la distancia que sólo cubre a principio de cada temporada y en la que los expertos sospechan que podría hacer más de una barbaridad). Makau roba minutos a los libros de récords del maratón ayudado por sus fibras rojas, largas, lentas, cuya resistencia permite mantener la tensión muscular de forma continuada. Son herramientas eficaces que, mediante la oxidación de los hidratos y las grasas, producen la energía necesaria para prolongar el esfuerzo hasta donde el cerebro desee establecer fronteras.


Dicho lo dicho llegan los matices. Bolt (25 años) es un esprínter, por supuesto, pero con una resistencia a la caída a la velocidad jamás vista sobre un tartán. De ahí que con 17 primaveras corriese los 200m en 19.93 (el primero en la historia en bajar de 20 segundos con menos de 20 años) y actualmente posea el tope universal (19.19). El profesor José Luis López, comentarista de atletismo en la Cadena SER y sabio de las pruebas rápidas donde los haya, realizó un completísimo estudio sobre el fenómeno caribeño durante el Campeonato del Mundo 2009 (cuando fijó sus dos récords individuales). Las conclusiones, que gustosamente me cedió para poder compartirlas con todos vosotros, son alucinantes. Tanto en Pekín (cuando se dio a conocer al gran público con su triplete de oros y plusmarcas mundiales) como en la capital de Alemania, se impuso en las semifinales de los 100 dando 40 zancadas. Luego, en las dos finales, amplió un poquito la frecuencia y dio 41. Basta dividir para obtener una longitud media de 2,43m. Una burrada que se incrementa al comprobar que llegó a dar alguna de más de 2,80m. Poco antes de llegar a los 70m alcanzó su velocidad máxima: casi 45km/h. Y he aquí su principal característica, ser capaz de mantener esa velocidad durante más de 20 metros, cuando otros apenas pasan de 10. ¿Queréis seguir flipando? Un tal Michael Johnson necesitó 91 zancadas para lograr el récord mundial de 200m (19.32) en Atlanta’96, 48 en el primer 100 y 43 en el segundo. A Usain le bastaron 80 (42/38), es decir, ¡11 menos! Es cierto que su tiempo de reacción no acostumbra a ser el mejor, pero técnicamente mal, lo que se dice mal, no sale. Lógico que su gran envergadura le haga realizar los dos primeros apoyos de forma algo tosca, pero si analizamos la carrera en la que logró su último récord de 100m observaremos que a los 20m ya iba por delante de Tyson Gay (que ese día, con 9.71, hizo la hasta entonces tercera marca mundial de todos los tiempos) y Asafa Powell (el hombre que más veces ha bajado de los 10 segundos). Vamos, que para lo mastodonte que es sale de película. 
A Makau (27 años) le pasa tres cuartos de lo mismo. Su velocidad en pruebas de gran fondo es colosal, mucho más espectacular si tenemos en cuenta que es un purista del asfalto sin prácticamente bagaje en la pista, donde en teoría el cuerpo se familiariza con los ritmos elevados. Su única referencia en el óvalo es un 7:54.50 en 3.000m con 22 años, lo que en Kenia es ser del montón tirando a malo. Eso sí, de 10km en adelante sus prestaciones se multiplican exponencialmente: 27:27 en 10km (bien, pero sigue sin asustar a nadie), 41:30 en 15km (5º de todos los tiempos, ya mete canguelo), 58:52 (de nuevo 5º de la historia, el canguelo pasa a ser miedo) y 2:03:38 en maratón (número uno, el miedo se convierte en acojone). Al igual que Bolt, es capaz de mantener ritmos elevadísimos durante períodos amplios de tiempo, como demuestran los parciales de cada 5km en su sensacional récord: 14:37/14:40/14:35/14:38/14:48/14:20/14:58/14:59. El ritmo medio es de 2:56 minutos por kilómetro (más de 20km/h) pero si observamos el sexto tramo, el que corresponde a los kilómetros 25-30, hallaremos un dato más que significativo. Corrió el segmento de 5.000m en 14:20, es decir, una media de 2:52, cuatro segundos por debajo de la media final cuando hablamos de un momento de la prueba en la que mayoría de los mortales empiezan a plantearse seriamente aquello de “¿quién coño me mandaría meterme en esto”. Si tenemos en cuenta que la media de su mejor marca en 10km es de 2:45, sólo 7 segundos menos, entenderemos un poquito mejor la brutal capacidad de asimilar el esfuerzo, de soportar la velocidad (la requerida en su oficio) que tiene un organismo privilegiado como el suyo.El carácter, la particular manera que tienen de concebir el atletismo, si podría distanciarlos a priori, aunque tampoco tardaríamos demasiado en hallar nexos. La primera vez que vi a Usain realizar esa colección de movimientos de pelvis, exhibición de bíceps y muestrario de muecas infantiles pensé que tal parafernalia no era propia de un deporte ancestral y noble como el mío. Ahora lo veo como una expresión propia de su cultura, de unas raíces en las que la música –la del gran Bob Marley por encima de todas- tiene una presencia más capital que en la mayoría de los países contra cuyos representantes compite. Patrick, con quien compartí salida en el último Maratón de Berlín (meta no, perdónenme, pero uno ya se ha reconvertido en corredor popular, y a mucha honra), no es aficionado a montar el show, responde mucho más al arquetipo de keniata apocado, sencillo, tímido, de sonrisa tierna y sincera. Hace suyos los principios del trabajo y la disciplina (correr, comer y dormir) con la que la los africanos han conquistado las pruebas de largo aliento, diferente a esa manera fiestera de ver la vida que tiene Bolt, quien, dicen las malas lenguas, cierra discotecas con las misma maña que gana preseas. En este aspecto, como atleta que he sido, me gustaría romper una lanza a favor del jamaicano; no creo que con su herencia genética necesite matarse a entrenar, ni que tampoco un esprínter tenga que echarle las mismas horas que un maratoniano para ser considerado un profesional como la copa de un pino. Además, me temo que toda la supuesta vagancia del chico tiene algo de leyenda urbana. Y es que, según me apunta José Luis López, en el 200m de Osaka’07, donde logró su primera medalla mundial en categoría absoluta (plata por detrás de Tyson Gay), corrió la primera parte en 10.15 y la segunda en 9.76. Un año después, en Pekín, sus parciales fueron de 9.96 y 9.34. Quiero decir que mejoró enormemente su natural resistencia a la velocidad en tan solo un año y eso, por mucho que digan, no se consigue junto a la cabina de un DJ.Para poner fin a este perfil sobre dos de las estrellas, hablaré de su origen humilde, el mismo que comparten muchos de los grandes nombres del atletismo que, sabiendo lo que es la pobreza, se aferran al don que la fortuna les ha concedido para mejorar sus condiciones de vida y las de sus familias (Usain tiene una fundación para ayudar a sus compatriotas que, entre otras cosas, ha proporcionado tendido eléctrico a toda la parroquia de Trelawny, el poblado que ha visto la luz un cuarto de siglo después de hacérsela ver a él).
Desde muy pequeños saben que si quieren triunfar hay que sufrir, corriendo

Ambos han conocido el hambre y están dispuestos a morder para no volver a oír hablar de él (sobre todo Patrick, que tiene el récord pero carece de títulos). Eso es un punto a su favor que no puede conseguirse en un centro de alto rendimiento, que no lo aportan las becas ni los patrocinios. De ahí que ninguno necesite métodos de última generación para ponerse en forma, al revés, les basta con lo que la naturaleza les ofrece; a Makau los caminos pedregosos y elevados de su natal Manyanzwani (al este de Kenia), a Bolt las verdes praderas jamaicanas (se dice que no dobla sesión –no entrena dos veces al día- y que muchas de sus series las hace sobre hierba). No hace falta mucho más, saben que el resto depende de ellos, de sus piernas y corazones, de su capacidad para canalizar un talento incuantificable y otorgarle forma de medalla de oro. Berlín les puso en los libros, probablemente Londres les pondrá en las nubes.
En cuanto a las estadísticas se refieren, quiero agradecer a José Luis López y a Alberto Hernández por facilitarme la información de registros y marcas de Usain Bolt y Patrick Makau

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